El Alma

La piel de la Hiniesta irradia la divinidad de nuestros Sagrados Titulares. Respiramos una historia difícil y hermosa. El alimento de la vida de hermandad es el diálogo, la colaboración y la participación. Nuestra inteligencia  se revela con la disposición a compartir, la voluntad decidida de servir y el sentido común para convivir. Nuestras emociones deben ser nobles, sanas de envidias y rencores. Los brazos fuertes que amparen, atiendan y defiendan nuestra identidad. Las piernas ágiles capaces de llevar el azul y la plata a todos los rincones. El corazón comprometido con la palabra inspirada por Dios. Y el alma es un desafío, para unir la diversidad individual en el bien común de la hermandad.